En el año de 1752, el concejo de Quintanilla de la Mata decidió promover y costear la construcción de una casa-mesón que pudiera alojar a los viajeros y a sus caballerizas, a su paso por el Camino Real de Francia. La obra se contrató con el maestro Pedro de Mendía, rematándose en 6.285 reales de vellón.
Uno de los firmantes del citado contrato -como testigo- fue Bartolomé Arribas, cuya casa todavía se conserva en la Plazuela de la calle San Crispín, y dos de sus hijos fueron eminentes afrancesados durante el gobierno intruso de José I Bonaparte: Francisco Arribas (1761-?) como gobernador eclesiástico de la diócesis burgalesa, y Pablo Arribas (1770-1828), ministro de la Policía napoleónica.
La literatura de Eduardo de Ontañón (1904-1949) nos deja el principal rastro escrito de este extraordinario edificio, refiriéndose a él en su obra El cura Merino, su vida en folletín, refiriéndose a él como "el acreditado Parador del Maragato, en el camino real", definiendo a su tabernero como un hombre alto y fuerte y patilludo, gordo y pacífico, recreando de esta manera al maragato, un arriero que se instaló en Quintanilla a mediados del siglo XIX. De su hija, la maragata, decía enfáticamente el gran pintor Marceliano Santamaría, que preparaba las mejores perdices escabechadas del mundo.
También citó el Mesón Pío Baroja en su obra Aviraneta, describiendo el momento en que el cura Merino abatió al primer francés al poco de comenzar la Guerra de la Independencia, en 1808: "Merino, furioso, se fue al mesón de la Quintanilla (sic), se quitó los hábitos, cogió una escopeta y se emboscó entre los pinares. Al primer francés que pasó, ¡paf! Abajo". Este episodio pudo producirse en otro punto, camino de Rabé, hoy conocido como La Venta Caída, de lo que no cabe duda es de que el cura Merino tomó las armas en Quintanilla de la Mata, pueblo vecino de su Villoviado natal.
Este mesón habría que ponerlo en contexto con el resto de mesones que daban servicio a las caballerías que transitaban por el Camino Real de Francia, como el del tío Maurilio, en el mismo pueblo, la Venta Vieja de Fontioso, en el término de La Tórdiga (hoy desaparecida, al igual que la Venta Caída anteriormente citada); la Venta de Bahabón de Esgueva, la de Oquillas o la Venta del Fraile de la Granja de Guímara, que se cita en el cuento El tizón en los trigos (1930) de la escritora burgalesa María Teresa León. También en Lerma encontramos el Paseo de los Mesones, junto al Arco de la Cárcel.
Tras ser empleado en diversos usos, el mesón de Quintanilla fue rehabilitado y reinaugurado en 2014, siendo la sede de la Asociación Cultural El Mesquero, dedicándose a actos recreativos y culturales. Si desea más información acerca de este pueblo de Quintanilla de la Mata, puede echar un vistazo a otras entradas de este blog. Su mayor patrimonio son las bodegas, ubicadas en un cotarro a la salida del pueblo, y la intención es de restaurar próximamente uno de los lagares tradicionales que mejor se conservan, el lagar de Pacho.
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