Este barrio burgalés, como muchos de los
antes citados, se abre entre fábricas y naves industriales, de las que
solo le separa la transitada carretera
de Logroño. El término Villayuda puede proceder de Villa Adjunta a una mayor, aunque es más conocida como La Ventilla,
por la venta que le dio fama cuando se decía «en La Ventilla, una jarrilla, en
Capiscol, un porrón». Forma parte de la ciudad de Burgos desde 1927, y
actualmente cuenta con 761 habitantes censados.
Según el almanaque de Riera, en 1901 su
alcalde era Gregorio Duque, y su esqueleto
industrial se componía de la fábrica de harinas de Francisco Aparicio, y de la
fábrica de papel de Hijos de Julián Fournier, establecida en el barrio desde
1863. Funcionó bajo la denominación de Papeleras del Arlanzón entre 1942 y
2013, en que fue liquidada.
Su ermita de San Vicente mártir se integra en
el camino jacobeo, y aparece aislada en un descampado detrás del popular
lavadero de coches, con sus vanos tapiados, lo que denota su avanzado estado de
ruina. El campanario está fechado en 1817. Las necesidades espirituales se
atienden ahora en un moderno edificio de hormigón cuya cruz nos recuerda –no sin
cierto esfuerzo- que es una iglesia cristiana. Enfrente, el poderoso edificio
de la venta de Villayuda, del que destacan sus vistosos dinteles.
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