Villoviado



Esta pequeña pedanía de Lerma, «lugar de poco vecindario», a pie de monte, pasó a la Historia como cuna del Cura Merino, heroico guerrillero durante la francesada, hombre inquieto que tras la expulsión de los gabachos tomó el bando absolutista, lo que le valió el destierro, acabando sus días en la lejana Normandía. Como en el vecino pueblo de Rabé, en Villoviado encontramos una centenaria morera, asociada al santo titular de su parroquia: San Vitores. A este peculiar mártir burgalés se le atribuye su nacimiento en Cerezo de Río Tirón, y su decapitación en Fresno, donde se conserva un convento dedicado a su memoria. Se le representa decapitado, portando tétricamente su cabeza en la mano.




Pocas noticias encontramos de Villoviado: sendos incendios pavorosos, el primero en julio de 1961, sobre el que no hubo que lamentar víctimas debido a la rápida actuación de vecinos y bomberos. Sin embargo, el de 1972 destruyó por completo el edificio del antiguo Ayuntamiento, la Escuela, el Teleclub y otros inmuebles. Hubo que salvar de las llamas tanto los pupitres, como numerosos legajos que a punto estuvieron de desaparecer.






Paseando por este pueblo, a cuyos habitantes llaman soperos, localizamos las bodegas, un lagar arruinado, la fuente de sabor medieval, la noble casona de Jerónimo Merino, y algunas muestras de arquitectura popular y devota, como la vivienda donde a finales del siglo XIX el señor Patricio Encinas García escribió sobre la piedra la leyenda SOLO DIOS ES ETERNO. Las chimeneas serranas, troncocónicas, así dispuestas para orear bien todos los productos de la matanza, rematan las viviendas más antiguas.



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