Villímar (barrios y pedanías de Burgos, 1/9)



Paseando recientemente por la mullida ribera del río Vena, feudo de runners, lactantes y andarines, caí en la cuenta de lo poco conocidos que son los diferentes barrios de la ciudad de Burgos, salvo para quienes obviamente viven en ellos. Nada nuevo bajo el sol, si muchos burgaleses del centro no suben a Gamonal nunca (el inverso no es posible), como para visitar esos barrios periféricos, muchos de los cuales yo mismo reconozco desconocer. Y no me refiero a los nuevos ensanches y zonas residenciales, sino a los viejos pueblos que el propio crecimiento de la ciudad ha ido absorbiendo, por no decir engullendo.

Estos nueve barrios o anexos son Villímar, Villafría, Cótar, Cortes, Villagonzalo-Arenas, Villalonquéjar, Villatoro, Castañares y Villayuda o La Ventilla. Procuraré ir mostrando algunas de sus particularidades como una especie de ruta temática, de esas que ahora están tan de moda, empezando por el barrio de Villímar.






Creo que los chavales de mi generación asociamos Villímar al convento de San Esteban de los Olmos, al que se acudía siempre en festiva marcha durante el mes de mayo desde la parroquia Real y Antigua. Aunque en efecto este convento se encuentra en el término municipal de Villímar, llegar andando hasta allí se hace un tanto largo y tortuoso, hay que ver las cosas que hacíamos por la fe… 

Villímar (hoy con 1.063 habitantes según el censo del INE) aparece ya desde el año 1293 como Villaymara; además de las viviendas modernas, conserva un numeroso caserío de piedra caliza de fina labra, donde es frecuente encontrar dobles cargaderos como los de la foto. La iglesia está dedicada a San Adrián, y según la inscripción sobre una de sus fachadas, fue reformada en el año de 1749. Su pórtico es moderno, y se conservan las trazas de un reloj solar.





En las hemerotecas encontramos una curiosa noticia de agosto de 1888, en la que se recoge que una vendedora de leche de Villímar fue multada «por no tener el líquido las debidas condiciones», y al ser reincidente, además de la multa, se arrojó la leche al río Vena en presencia del público, para mayor escarnio. El Papa-Moscas en 1898 nos regala igualmente una noticia en la que se da cuenta del intento de suicidio de un segoviano llamado Vicente Miguel Cáceres, que después de darse un tiro, se tiró al río en Casa de la Vega, siendo auxiliado por el médico de Villímar, tras ser alertado por unos vecinos que escucharon ladrar a los perros de la finca. En la noticia permanecía todavía grave en el Hospital de San Juan de Burgos.

A partir de 1971 casi todas las noticias sobre el pueblo hacen referencia al incipiente Polígono Industrial Gamonal-Villímar-Villayuda. Una puerta metálica hoy da paso a lo que debería ser el parque empresarial, del que se habilitaron aceras, alcantarillado y alumbrado; hoy lo invade la maleza y la vegetación de ribera. Es recomendable no visitarlo si no se quiere terminar en el fondo de una alcantarilla, pues los ladrones ya limpiaron todas las tapas que pudieron.






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