En el zócalo de una vieja casa junto a la
Plaza Mayor de Quintanilla de la Mata, localizamos este gracioso grafiti de
casi tres siglos, dando cuenta del año en que nazió Santiago Araguzo, el 16 de mayo de 1747. También se podría
leer Araúzo, que aunque ahora tenga
una grafía fija, antiguamente se escribía de forma indistinta, siendo el
primero una deformación del segundo apellido.
Escarbando en las escrituras de taberna, he
localizado a un tal Pedro Araguzo, que bien pudo ser su padre, y que según el
catastro de Ensenada de 1752 tenía ocho colmenas, y además regentó la taberna
en el año de 1759. Siguiendo el meticuloso catastro, al tabernero se le pagaban
7 maravedís por cada cántara de vino vendida; si tenemos en cuenta que en un
año se le pagaban 308 reales y 28 maravedís, y considerando que un real estaba
compuesto por 34 maravedís, nos sale la fabulosa y redonda cifra de 1500
cántaras de vino de la cosecha del pueblo
(sic) despachadas en aquel año de 1752. Casi cuatro cántaras por día para solaz
del paisanaje, incluyendo los domingos, por eso estas tierras siempre han sido
«de pan y vino».
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